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Aquellos que llegamos a esta ciudad romántica sabemos que las jornadas lluviosas o ventosas son la excepción: lo habitual en esta región es que los rayos solares acaricien la piel e inviten a bañarse en el Mediterráneo. De este modo las sierras que rodean a Marbella se combinan con la ensenada de su costa para el desarrollo de un microclima muy especial.

Marbella en su plenitud, es uno de esos destinos que ofrece a sus visitantes una amplia gama de opciones. Su historia más remota emerge de varios yacimientos arqueológicos y en el casco antiguo de la localidad, mientras que la modernidad, se luce en todo su esplendor en los hoteles cinco estrellas y resorts. Quizás por ello hemos podido disfrutar también aquí de todo tipo de propuestas culturales y mucha diversión, colmando nuestros deseos de viajeros exploradores.

 

Más de un milenio atrás…

Se cree que los primeros asentamientos humanos en Marbella se remontan al Paleolítico. Para algunos historiadores, un asentamiento fenicio sería el origen de la actual ciudad. Y también está muy claro en la historia que los romanos vivieron en este territorio, como se advierte a través de las ruinas arqueológicas que pueden visitarse.

Las termas romanas o bóvedas, cuyo origen se remonta al siglo II, están entre las joyas históricas de Marbella. De dicha época también data la Villa Romana que se encuentra a la salida de la ciudad, donde es posible apreciar un hermoso pavimento de mosaicos. Un poco más moderna es la Basílica Paleocristiana Vega del Mar, descubierta a principios del siglo pasado. El viaje en el tiempo puede continuar en el casco antiguo de Marbella con sus callejones, balcones y construcciones. La Ermita de Santiago, la Iglesia de la Encarnación, la Casa del Corregidor y el Ayuntamiento, son algunos de los edificios que componen esta zona, que tiene su epicentro en la Plaza de los Naranjos y donde también se conservan los restos de un castillo árabe y de la muralla que brindaba protección a la urbe musulmana.

Playas que cautivan

Unos 28 kilómetros de playa hacen de Marbella un destino perfecto para disfrutar el mar Mediterráneo. Relajarse en un beach club exclusivo, comer algo al pasar por un chiringuito, practicar algún deporte acuático o simplemente broncearse sobre la arena, fueron opciones que día a día tuvimos la posibilidad de elegir como así también los grupos de turistas de todas las nacionalidades, eso era una increíble torre de Babel…

Guadalmina, San Pedro Alcántara, Casablanca, La Fontanilla, La Víbora, La Bajadilla… las playas se suceden a lo largo de la costa sin dejar a nadie afuera. Están las preferidas de los jóvenes, otras que seducen a quienes buscan tranquilidad y aquellas que sobresalen por las actividades familiares.

Marbella vive de cara al mar. En los beach clubs pudimos hacer uso de piscinas, almorzar en restaurantes gerenciados por chefs de renombre internacional y beber tragos con música de fondo creando un clima muy especial y romántico. Aquí todo está pensado para el disfrute y el relax.

También en las alturas

Desde todos los rincones de Marbella se puede visualizar la Sierra Blanca, un cordón montañoso con varios picos que superan los 1.000 metros de altura. Existen varias rutas de senderismo para adentrarse en su paisaje rocoso y tener una visión diferente de la región. Hay senderos de dificultad baja que pueden completarse en menos de una hora, y otros de dificultad alta que exigen caminatas de unas ocho horas para recorrerlos ida y vuelta. A la hora de practicar senderismo, las autoridades locales recomiendan utilizar ropa y calzado adecuados, llevar mapas y no molestar a la fauna del entorno. Además hacen hincapié en la importancia de no arrojar basura para conservar las condiciones del medio ambiente. Para quienes hemos preferido caminar en medio del verde, Marbella nos presentó varias alternativas como parques y jardines de gran belleza. Entre ellos sobresalen el tradicional Paseo La Alameda, y el Parque de la Constitución que alberga espectáculos durante el verano y el Jardín El Ángel con su rica arboleda.

Sabores que no se olvidan

Después de viajar por la historia, divertirnos en la playa o alcanzar los picos de las sierras, fue momento de recargar energía. En Marbella funcionan más de seiscientos restaurantes que ofrecen recetas locales y también propuestas de la cocina internacional. Con una oferta gastronómica que va de los establecimientos más refinados y costosos, hasta los pequeños bodegones para ir de tapas, la ciudad satisface hasta a los viajeros más exigentes.

Entre los platos tradicionales de Marbella hay clásicos de la comida andaluza, como el gazpacho y el ajoblanco. Pero el fuerte son los pescados y los mariscos. El pescaíto frito, que se puede preparar con calamares, boquerones, sardinas y otras especies, es imperdible por su sabor. Solo nos quedaba descansar para luego continuar disfrutando este rincón español que sorprende con cada amanecer. Nuestro próximo destino fue Puerto Banús.

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