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Sir James Paul McCartney, la figura que inspira estas líneas, es una celebridad que se hace oír mediante canciones aunque también alza su voz al momento de defender causas que lo tienen comprometido e incansablemente en acción.
Una enfermera llamada Mary Patricia Mohin y un vendedor de nombre Jim, que sirvió como bombero voluntario y solía tocar el piano y la trompeta en la Jim Mac’s Jazz Band, trajeron al mundo a este artista que si bien fue bautizado bajo la fe católica por voluntad materna, no recibió formación religiosa a medida que fue creciendo. Paul, cuyo nacimiento se produjo el 18 de junio de 1942 en un hospital de Liverpool, fue hijo único hasta el 7 de enero de 1944, cuando la familia se amplió con la llegada de Peter Michael, el benjamín del hogar.
Sin saber que el destino lo sorprendería al permitirle desplegar su potencial musical en uno de los grupos más icónicos del planeta, inició sus estudios en Stockton Wood Road Primary School y, al tiempo, continuó su aprendizaje en Joseph Williams Junior School. Sin embargo, haber sido admitido como alumno del Liverpool Institute fue el suceso que marcó a fuego su existencia porque en ese contexto estudiantil conoció a George Harrison y entabló un vínculo de amistad con él que florecería y se complementaría al trabajar juntos.
Fuerte y decisiva fue la adolescencia de este británico que aprendió de oído a tocar el piano. A fines de octubre de 1956, época en la cual su padre alimentó la pasión musical de su primogénito obsequiándole una trompeta plateada, Paul quedó huérfano de madre. Atravesar la juventud sin el aliento materno fue uno de los puntos en común con su amigo y compañero John Lennon, quien tenía apenas diecisiete años cuando falleció su progenitora.
Como quería tocar y cantar simultáneamente, McCartney cambió el regalo paterno por una guitarra acústica que, inspirado en una imagen del músico zurdo Slim Whitman, adaptó para poder dominarla con la mano izquierda.   

Afinando talento
Paul, desde que tuvo uso de razón, estuvo estimulado culturalmente por su círculo íntimo. Recuerdos de su infancia sitúan a su madre animándolo a disfrutar textos y leyéndole contenidos poéticos. Su padre, en tanto, motivaba a sus hijos a completar crucigramas para incrementar y diversificar el vocabulario. Por conservar la tradición deportiva familiar, este compositor se identifica futbolísticamente con el club Everton aunque simpatiza simultáneamente con el equipo del Liverpool Football Club. En abril de 2012, muy lejos de Inglaterra, el gran McCartney fue proclamado socio honorario de una institución uruguaya que remite desde su nombre a su ciudad natal: el también llamado Liverpool Fútbol Club.
A medida que fue creciendo, la música lo entusiasmó tanto que dejó de ser un pasatiempo para transformarse en el arte que, con amigos o en soledad, aspiraba a cultivar profesionalmente. “I Lost My Little Girl” es el primer tema de producción propia. La letra surgió en 1956, a poco de haber perdido a su madre. “When I was about 15”, en tanto, fue una composición de juventud que sirvió de puntapié para darle contenido a “When I’m Sixty-Four”.
El todavía adolescente McCartney coincidió por primera vez con John Lennon el 6 de julio de 1957, viéndolo presentarse con The Quarrymen, la banda que lideraba, en la iglesia St Peter’s ubicada en el suburbio de Woolton. Una magnífica interpretación del éxito de Eddie Cochran titulado “Twenty-Flight Rock” le dio a Paul la chance de ser admitido en el conjunto de John como guitarrista rítmico. En 1958 se sumó al grupo George Harrison con el doble desafío de aportar voz y ser primera guitarra. A mediados de ese año grabaron “In Spite of All the Danger”, una canción compuesta por McCartney en la cual se luce Harrison con un solo de guitarra. Empezaba a surgir así una sociedad musical que rompería todos los moldes y haría historia bajo la denominación «The Beatles».

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