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Cuando Argentina ganó el título en México ’86, faltaban casi cuatro meses para el nacimiento del casildense Franco Armani, el jugador más veterano que integró el plantel nacional en Qatar 2022. El tiempo que pasó entre una conquista y otra fue demasiado extenso, alimentando una ilusión que se hizo enorme hasta que se concretó en Oriente Medio, desatando una fiesta inolvidable en celeste y blanco.

El fútbol es mucho más que veintidós personas corriendo atrás de una pelota. Es un vehículo de emociones que sobre todo cada cuatro años, puede generar una pasión sin límites. Productor de manifestaciones culturales y sociales de una relevancia sin igual, es una parte esencial de la identidad de nuestro país. En tiempos de grietas y desencuentros, el seleccionado dirigido por Lionel Scaloni se convirtió en una causa común. Antes del torneo, siendo receptáculo de la esperanza colectiva por mérito propio durante el campeonato, recibiendo un apoyo incondicional desde Ushuaia hasta La Quiaca. Y una vez alcanzada la gloria, todos los futbolistas y los integrantes del cuerpo técnico, se transformaron inmediatamente en leyendas responsables de una de las alegrías populares más grandes de la historia. Ríos de lágrimas de felicidad, abrazos interminables, voces que se extinguieron de tantos gritos de algarabía… Millones de argentinos descubrieron, de pronto, qué se sentía ser campeón del mundo. Para otros, fue actualizar un recuerdo entrañable aunque muy lejano.

 

Cuenta saldada

“Es impresionante que pueda terminar de esta manera, sabía que Dios me lo iba a regalar”. Apenas habían pasado unos minutos del término de la final del Mundial cuando Lionel Messi, visiblemente emocionado y feliz al ser entrevistado por Tití Fernández, se expresó con la convicción de la fe. Después de muchos años de decepciones con el seleccionado argentino, la ecuación para el rosarino empezó a cambiar en 2021 gracias a la histórica victoria frente a Brasil en el estadio Maracaná que le permitió al conjunto nacional quedarse con la Copa América y finalizar con una sequía de 28 años sin títulos. Faltaba, por supuesto, la obra cumbre. El trofeo más deseado, ese que al hijo de Celia y Jorge se le había escapado por poco en 2014. En el último tramo de una carrera súper exitosa, a los 35 años de edad, Messi pudo por fin levantar la copa que tanto añoró.

“Se hizo desear, pero es lo más lindo que hay”, comentó poco después, todavía en la cancha. Y enseguida agregó: “Es la más deseada, el sueño de chiquito de cualquiera”. Seguramente cuando marcó su primer gol en el Club Abanderado Grandoli, en la zona sur de Rosario, Lionel todavía no fantaseaba con coronarse en la máxima cita de la FIFA. Apenas tenía 4 años y el fútbol era solo un juego. Y en cierta manera lo siguió siendo para él, incluso con el rigor del profesionalismo, ya que nunca dejó de divertirse sobre el césped.

Ya en las divisiones inferiores de Newell’s Old Boys, es probable que el sueño mundialista haya empezado a tomar forma. Aquel pequeño Lionel, sometido a un tratamiento hormonal para apuntalar su crecimiento físico, mostraba un talento único, imposible de encontrar en otros niños. Luego de una prueba en River Plate, que no pudo incorporarlo por cuestiones contractuales, Messi llegó a Barcelona. El club catalán se comprometió a costear el costoso tratamiento y así el argentino se convirtió en futbolista «culé» a fines de 2000. Vendrían décadas gloriosas y campeonatos por doquier en Europa, aunque con bastantes contratiempos para Lío cada vez que se ponía la camiseta argentina. Para su satisfacción y de todos sus compatriotas, de 2021 en adelante, la felicidad fue completa.

 

Otro sueño rosarino

Cerca del Paraná nació otro de los sueños que pudo plasmarse en Qatar 2022. La vida de Ángel Di María refleja que, parafraseando al eterno Gustavo Cerati, las cosas pueden tardar en llegar pero al final hay recompensa. Resiliencia y perseverancia son dos palabras que pueden asociarse al Fideo, actual jugador de la Juventus de Italia. Su gran habilidad le abrió numerosas puertas, pero fue su capacidad de sobreponerse a la adversidad lo que le permitió construir una trayectoria digna de aplaudir.

El futbolista contó que, antes de ir al colegio, junto a su hermana se dedicaban a ayudar a su papá a colocar el carbón en bolsas. Di María recordó que, a los 9 o 10 años, era la edad perfecta para asistir en dicha tarea ya que se transformaba en un juego. Sin embargo, era plenamente consciente del sacrificio de su progenitor. El rosarino, desde edad temprana, entendió que el fútbol podía ser el motor de cambio de la realidad familiar. Ahora, a los 34 años y después de triunfar en varios de los clubes más importantes del planeta, sostiene que a este deporte le debe todo.

De sus primeros pasos en Rosario Central al Benfica de Portugal. Gracias a sus destrezas, su carrera prosiguió en el Real Madrid de España, el Manchester United de Inglaterra y el París Saint-Germain de Francia antes de arribar a Italia.

Como a otros jugadores de su generación, el suceso en los clubes europeos no se vio reflejado en la selección. Di María se perdió partidos claves por lesión y acumuló derrotas en tres finales con la celeste y blanca hasta 2021. Entonces la moneda se dio vuelta: triunfos frente a Brasil en el juego definitivo de la Copa América, ante Italia en la Finalissima, y contra Francia en la Copa del Mundo. En cada uno de sus encuentros, Angelito pudo anotar y fue un factor decisivo del equipo.

 

Objetivo compartido

En un país futbolero como Argentina, la fantasía de levantar la Copa del Mundo está presente en casi todos los chicos. La posibilidad de dedicarse profesionalmente a la actividad es acotada; la chance de ganar un Mundial, aún menor. Por eso los campeones de 1978, 1986 y 2022, son verdaderos privilegiados.

Una promesa en suelo ruso

Emiliano Martínez es uno de esos atletas que sabe de privaciones y esfuerzos. A los 12 años abandonó su Mar del Plata natal para sumarse al Club Atlético Independiente de Avellaneda. En 2009, sin haber debutado en la primera división, se marchó aún más lejos para desembarcar en el fútbol europeo de la mano de Arsenal de Inglaterra. Dibu estuvo presente en Rusia 2018, aunque como hincha. Allí sufrió la eliminación argentina en los octavos de final y le hizo un juramento a Alejandro, su hermano mayor. “Voy a atajar y hacer que me vean para que me convoquen. Quédense tranquilos, el arquero de la Selección en el próximo Mundial voy a ser yo”, aseguró según sus palabras recogidas por Infobae.

En aquella época, Martínez todavía no estaba afianzado en la élite. Pero su confianza lo hacía soñar en grande. Tres años más tarde, pudo debutar en el seleccionado y se consagró en la Copa América, donde ganó el Guante de Oro al ser considerado como el mejor arquero del torneo. En Qatar 2022 volvió a brillar, atajando incluso una pelota clave en el cierre de la final y luego conteniendo un penal en la definición. “Hice lo mío, lo que soñé”, resaltó sobre esa tanda de penales que le dio el título a Argentina.

 

Un ascenso meteórico

Pasaron menos de dos años desde que Enzo Fernández jugó su primer partido en la primera de River Plate hasta que levantó la Copa del Mundo en Qatar. Al volante oriundo del partido bonaerense de San Martín el éxito le llegó sin demoras. Nacido el 17 de enero de 2001, Enzo fue el segundo más joven del plantel argentino. Sus buenas actuaciones en River y en Defensa y Justicia, donde jugó a préstamo, despertaron el interés del Benfica de Portugal, que lo fichó en julio de 2022. No tardó en adaptarse al Viejo Continente y pronto se volvió uno de los pilares del club luso. En constante ascenso, Fernández debutó el 23 de septiembre del año pasado en la selección. Dos meses después inició su aventura mundialista, jugando los siete partidos en Qatar y marcándole un gol a México. Por su excelente nivel, la FIFA le entregó el galardón al Mejor Jugador Joven del campeonato.

“No tiene precio ganar un Mundial con mi país, no voy a olvidar nunca más en mi vida este momento, porque además estoy con toda mi familia”, indicó al término de la final. Por juventud y talento, a Enzo seguramente, le esperan otras grandes alegrías en el campo de juego.

 

La consagración

A Julián Álvarez y Enzo Fernández se sumó Alexis Mac Allister para completar un trío de promesas que se volvieron realidad en la instancia más trascendente. Al igual que Álvarez y Fernández, el volante del Brighton inglés llegó al Mundial en silencio, sin flashes, y lo terminó como titular y figura del equipo campeón.

El hijo del exfutbolista Carlos Javier Mac Allister no jugó contra Arabia Saudita. Scaloni apostó por él como titular en el segundo partido y ya no salió del once inicial. En su recorrido mundialista marcó un gol contra Polonia, en el cierre de la primera fase.

“A lo largo del Mundial me sentí muy cómodo con la ayuda de mis compañeros y cuerpo técnico”, comentó Alexis a TyC Sports. El mediocampista, quien cumplió 24 años once días después de la final, apenas suma un puñado de partidos en el seleccionado nacional pero ya juega como un deportista experimentado.

 

El líder silencioso

En 2018, Lionel Scaloni se convirtió en el director técnico de Argentina sin haber dirigido nunca a un equipo profesional. Fue nombrado en el cargo de manera interina, luego de la ida de Jorge Sampaoli, de quien era ayudante. Gracias a los buenos resultados, la AFA lo ratificó en el puesto. Con la simpleza que lo caracteriza, Scaloni expresó en el marco de un homenaje que le hicieron en Mallorca, donde vive, que su deseo es ser recordado como un “buen tipo”. El afecto que le transmiten sus jugadores y su grupo de trabajo demuestran que va por buen camino para cumplir con esa aspiración.

 

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