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Ibiza, o Eivissa en catalán, forma parte del archipiélago de las Baleares junto a Formentera, Menorca, Mallorca y diversos islotes. Se halla a unos 80 kilómetros de la península ibérica y tiene una superficie de menos de 600 kilómetros cuadrados. Su capital es una ciudad que comparte el nombre con la isla, donde se encuentran el puerto y el aeropuerto que reciben cada año a miles de turistas ansiosos por relajarse y divertirse. Los atractivos ibicencos son populares a nivel mundial, con una reputación bien ganada gracias a sus encantos únicos.

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En 1999, la Unesco declaró una parte de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad por el valor de su cultura milenaria y su amplia biodiversidad. Los espacios destacados fueron la necrópolis de Puig des Molins, un cementerio instaurado por los fenicios en el siglo VII antes de Cristo; el barrio histórico de Dalt Vila, con sus miradores, plazas y callejones; el poblado de sa Caleta, también de origen fenicio; y las praderas de posidonia, que tienen a esta planta marina endémica del Mediterráneo como estrella.

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Dalt Vila es una de las zonas más importantes para conocer la historia local. Se trata del casco antiguo de Ibiza, un distrito amurallado que actualmente cuenta con restaurantes y terrazas para disfrutar al aire libre. Pero el pasado también se luce en otros sectores, como en sa Penya, conocido como el “barrio de los pescadores”. Junto a sa Penya, entre Dalt Vila y el puerto, se desarrolla La Marina. Allí vivían los trabajadores portuarios y los marineros que arribaban a estas tierras, usualmente asediadas por los piratas.

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Si la idea es admirar huellas de tiempos pretéritos, hay varios edificios de Ibiza que merecen una visita. La Almudaina, por ejemplo, es una ciudadela árabe que, unida a un castillo, funcionó como una fortaleza durante un largo periodo. Un convento dominico de fines del siglo XVI, en tanto, es actualmente la bella sede del Ayuntamiento. La antigua fábrica Can Ventosa, el Mercat Vell, el Hotel Montesol y el Teatro Pereira son otras estructuras que atestiguan el paso de las décadas y los siglos.

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Usualmente asociada a las fiestas sin límites, Ibiza también es un sitio de fe. La catedral actual nació a partir de los cambios sucesivos que se implementaron en la antigua iglesia de Santa María, levantada en 1235 tras la conquista catalana. En el templo, que alberga el Museo Diocesano, se advierten los diferentes estilos que se impusieron en las distintas épocas. Detrás de la catedral, el segundo centro religioso en cuanto al tamaño es la parroquia de San Pedro, decorada con hermosos cuadros del siglo XIX.

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La vida de Ibiza siempre estuvo asociada al mar. Por eso no sorprende que muchos de sus atractivos estén en el área costera. Una buena manera de descubrirlos es recorriendo el Paseo Marítimo, que pasa por la franja pesquera, el muelle, el club náutico y los puertos deportivos y presenta numerosos comercios y hoteles. A su término se halla el faro de Es Botafoc, cuya inauguración tuvo lugar en 1861. El puerto, por otro lado, cobija un monumento muy peculiar, dedicado a los corsarios que se encargaban de defender la costa.

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Decenas de playas y calas hacen de Ibiza un destino perfecto para desconectarse y entretenerse bajo los rayos del sol. La Playa d'en Bossa está entre las más populares, con una extensión de unos 3.000 metros. Aguas calmas, una excelente infraestructura y cercanía a clubes nocturnos la convierten en una opción muy elegida. Pero existen muchas otras alternativas. Como ses Salines, en el parque natural del mismo nombre, la preferida de los famosos que se acercan cautivados por el mar turquesa.

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Ses Figueretes y Talamanca son las playas que escogen quienes no desean alejarse del casco urbano de la capital ibicenca. La primera es la más próxima al centro y ofrece como gran ventaja su fácil acceso. En cuanto a Talamanca, que cuenta con dos sectores libres de humo, es la más grande de todo el municipio y se caracteriza por su arena fina y su escasa profundidad. Un paseo de madera invita a caminar con vista al océano mientras se aprovechan los diversos servicios de gastronomía y ocio.

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Pescados, mariscos y productos de campo se fusionan en la comida tradicional de Ibiza. Entre los platos típicos se destaca un guiso de pescado y arroz denominado bullit de peix con arroz a banda. A la hora del postre, se luce el flaó, un pastel de queso con hierbabuena y anís. De todas maneras, el desarrollo turístico multiplicó las propuestas gastronómicas en la isla, donde no faltan los restaurantes étnicos que preparan recetas de México, China y otras naciones. La modernidad, en tanto, es aportada por la cocina de autor.

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Durante muchos años se asoció a Ibiza casi exclusivamente con la noche. Las autoridades se esforzaron por modificar esa imagen pero el esparcimiento nocturno sigue siendo uno de los principales motivos a la hora de definir el viaje. Las discotecas más grandes del planeta se sitúan en sus calles, muchas de las cuales suelen recibir a DJs de renombre internacional. Ushuaïa Beach Hotel con sus fiestas en la piscina, Amnesia, Hï Ibiza, Privilege y Es Paradis reúnen a una gran cantidad de jóvenes –y no tanto– que solo quieren divertirse.

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Aunque son muchas, hay una discoteca que sobresale en Ibiza: Pacha, el club nocturno de mayor tradición y el que más se ha expandido en todo el mundo, contando con franquicias en diversos países. Pacha abrió sus puertas en 1973 y su fachada blanca pronto se volvió un clásico. A diferencia de otros locales bailables, funciona durante todo el año, garantizando el esparcimiento incluso en la temporada invernal. La celebración hippie “Flower Power” es uno de sus eventos más convocantes y animados.


Autor: Editorial Sólo Líderes